
Las tres Gracias
Un ejemplo de las primeras expresiones gráficas del cáncer de mama en la historia del arte lo encontramos en la obra de Rubens, Las tres Gracias. En ella, el pintor flamenco plasma una alegoría mitológica que representa a las tres diosas Aglaya, Eufrósine y Talía, también conocidas como «Belleza», «Júbilo» y «Abundancia», quienes fueron asociadas con el encanto, la generosidad y la gratitud en la antigua Grecia.
Como protagonistas de la escena, las deidades se encuentran abrazadas en círculo, sugiriendo un sutil baile con la posición de sus pies. Y junto a ellas, en la esquina superior derecha, un niño (posiblemente Cupido) sujeta el cuerno de la abundancia, del que emana un riachuelo que completa como elemento de la naturaleza, el rico paisaje que las rodea.
Lejos de reflejar la perfección y la idealización clásica, tal y cómo la concebimos en la actualidad, el artista humaniza estas figuras mitológicas presentando la enfermedad como una parte natural de la experiencia humana.
Al poner la atención en la modelo de la derecha, se puede observar una tumoración en el pecho izquierdo, caracterizado por un pezón retraído hacia la axila, un volumen reducido de la mama y un color rojizo que presenta la zona inflamada. Estos detalles, aunque sutiles, apuntan a lo que hoy conocemos como signos de un cáncer de mama localmente avanzado, un mal incurable en aquel tiempo.
A pesar de esta manifestación de dolor, Las tres Gracias nos envían un mensaje de esperanza. Las diosas se mantienen abrazadas, bailando y celebrando juntas, evocando una sensación de alegría, compañerismo y gratitud.
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